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Cumulo Lucumo

Editorial: Das Kapital
ISBN : 9789563810004

Escribir o hablar en nombre del más reciente libro de Andrés Ajens, Cúmulo lúcumo (2017), es de por sí una manera de atravesar el secreto de su vórtice. Este es un libro importante, sin duda necesario, y es así que lo celebramos en cuanto hazaña del lenguaje en el umbral. Toda la obra poética de Ajens habita bajo el signo de la derrota, o al menos de la no-victoria, al decir de un mutuo amigo y pensador contemporáneo [1]. De alguna manera, este comentario no busca decir algo sobre Ajens, en la medida en que no busca darle sentido “agregado”, o “álgebra computacional”, o “suplemento maldito” a la derrota o al poema en de-rrota. En cambio, me gustaría comenzar celebrándolo como “hazaña” (y aquí debo decir que al traducir mi comentario al castellano se pierde algo esencial, puesto que como es sabido la palabra para derrota en inglés es “defeat”, pero si le extirpamos el “de”, la palabra “feat” genera otros matices, como la hazaña, o el logro, pero también la fuerza o el triunfo). Claro que el triunfo de Ajens es el destriunfo de la lengua misma en su ruina, su inscripción más allá de la ofrenda y de la deuda.

Si Ajens es hoy un referente existencial de la poematicidad contemporánea, lo es solo en la medida en que se sitúa en el fin del Gran Poema latinoamericano, de su destruccion y su ruina. Esto, como sabemos, es algo que Ajens ha tematizado con cierta elocuencia en su gran libro de ensayos La flor del extérmino (2011). Pero decir que Ajens busca una morada en una zona más allá del Poema supone primero atenernos a una región sumergida, que es un paso atrás del poema mismo. Tengo para mi que este es el vórtice de su obra, y no un aspecto más o menos contingente de su más reciente libro. Es este momento anterior al Poema que quiero llamar “infra-poético”, y sobre lo cual quiero meditar en lo que sigue en este breve ensayo.

Cúmulo lúcumo se hace eco con otro libro reciente de Ajens, me refiero a Bolivia Sea, que ya anticipa varios de los registros que diagraman al primero: desde el fragmento a la dispersión de la grafía, las citas multilingües a epístolas a amigos, de anécdotas al movimiento más radical de la erosión de la lengua sobre la página en blanco como último gesto de un ejercicio de decreación. No podemos olvidar que el gesto de la destrucción, de la iconoclasia de lo legible, es ya un momento fundante del capítulo modernista, cuya búsqueda no fue otra cosa que la demanda por un éxodo hacia la trascendencia de la Idea y hacia lo Absoluto hegeliano. Amén de sus diferencias, esto es lo que agrupa a Duchamp con Malevich, pero también a Joyce con Mallarme. La verdad oculta del Modernismo es haberse pensado como dispositivo de fuga y trascendencia, capaz de alcanzar, desde su inserción dialéctica, la grandeza de la filosofía de la Historia tras la ausencia de la imagen. Ajens, felizmente, no es esto y tampoco busca esto. Su resistencia es de segundo orden, puesto que el espacio poetológico no ofrece compensación al abandono radical del fin del modernismo estético.

Antes decíamos que Cúmulo le sigue a Bolivia Sea, y en efecto, Ajens mismo escribe al final del libro: “Bolivia Sea fue una texto prepatario o aun “el inconsciente” de Cúmulo lúcumo”. En cualquier caso, ambas publicaciones se co-pertenece y suspenden, hasta incierto punto, los sueños de origen y destino” (Ajens 92). Cabe notar que la misma apostilla también aparece en la edición paceña del libro.

Hay convergencia y continuidad, pero también suspensión, y huellas de quien pisa o se mantiene en pie al interior del interregno (ese espacio indeterminado entre el fin de cierto principio y la espera por otro comienzo). El interregno es nuestra condición contemporánea, y también la condición del frágil lenguaje de Ajens contra todo minimalismo teológico, o bien su inversión, la multiplicación teológica de los dioses. Es a esto contra lo que la infra-poética aguarda. A lo largo de Cúmulo, Ajens sabe que su trabajo no tiene porqué encontrar un Dios inverso, una figura gnóstica para desfigurar o revivir el cadáver modernista. Y por eso no hay juego litúrgico en su poesía, ni tampoco podemos hablar de malabares retóricos ni de diferencia locacional. Como bien supo Goethe, la diferenciación de la certeza del principio supone la instalación de un dios opuesto: nemo contra deum nisi deus ipse. Pero más importante para Ajens, es que la incertidumbre recae sobre la génesis del origen y el destino. Si hay interregno no hay decisión genética, puesto que no hay origen en cuanto arche, esto es, como mando y voluntad de comienzo. Pero es aquí donde si hay “really fascinating shit” – “estiércol atrayente” – para parafrasear una epístola de Joyce sobre Chile que Ajens comenta en el libro (Ajens 14).

Vamos entonces a lo interesantemente apestoso, y que en mi lectura tiene todo que ver con la derrota. No estoy sugiriendo que la órbita de Cúmulo sea una poética de la derrota, sino que la derrota misma es condición de escritura, cuyo resto ateológico se niega a participar en el juego gnóstico de los dioses. Este resto ateológico es la gracia infra-poética.

Comienzo entonces, por leer unos versos de “Aquisimo”: “en gracia (tuchei mienta La poética: acaecer, caso y acaso, / die Gnade al decir de Celan),”. Poesis que no busca salvación: solo movimiento de caída, “a marca y comarca”; otra vez la hazaña. Y sigue el poema: ““How many will die when Chile begins / La Marcha de los Muertos / And where the march lead?” (Ajens 16). ¿Hacia dónde, y quien lidera en el origen? Esta interrogación tendría que leerse a la par de lo que ha dicho un gran filósofo italiano de nuestros tiempos: siempre se escribe ‘por el analfabeto que puede leerme. Aquí ‘por’ significa menos ‘para’ que en ‘lugar de’. Pero esta variación está lejos de darle respuesta a la pregunta que nos lanza Cúmulo, cuya inscripción solo puede morar en lo fisura indecible del resto del poema, su analfabetismo residual, y su relación infra-poética tras el Poema de la traducción y la retórica, de la conversión y de la producción de sentido, sonido, legibilidad, carga historial.

Crédito de la foto (izq.) www.hablardeciertascosas.blogspot.pe/
Por Gerardo Muñoz*
(der.) Ed. Das Kapital

Lengua ataxis. Sobre Cúmulo Lúcumo (2017),
de Andrés Ajens